Torturaron y mataron mucha gente,
uno de ellos fue mi esposo. Aguanté quedarme en mi
pueblo por 6 meses más, luego me fui a vivir con mis
padres.
Todavía siento odio e ira contra los soldados, y
también contra la Guerrilla, ambos trajeron la Guerra
a mi gente.
Ahora la vida es más o menos normal y me da gusto ver
al Guatemalteco y al turista venir a visitarnos acá.
Me gusta nuestro vestido tradicional;los huipiles tejidos a
mano. Me gusta nuestra comida-especialmente los frijoles y
los tomates.
Tenemos muy poca tierra, no hay suficiente trabajo ni
ingresos. Pienso mucho en la educación de mis
niños. Claramente, sin fondos ni ayuda, no hay manera
de asegurar una buena educación. Me da miedo que
ellos vayan a crecer en las mismas circunstancias; sin
trabajo, sin dinero para comprar cosas, ni posibilidades de
cambio.
Tuvimos que vivir escondidos durante la Guerra. A algunas
mujeres les violaron sus derechos. Nuestros derechos
valían menos que la tierra. Ahora, durante la paz,
tenemos oportunidades de organizarnos. Nosotras mujeres
indígenas tenemos que luchar por nuestros
derechos.
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