Estoy casado con tres hijos: siete, doce y
diecisiete años de edad. Sólo tengo ocho
Cuerdas de tierra con qué sostener a mi familia.
Trabajo bien duro para asegurar que mis hijos reciban una
educación.
Durante la Guerra fui desplazado de Río Azul y
encontré refugio en Santa Clara, Sierra.
Esta Guerra que arrasó a Guatemala - fue la
experiencia más difícil de mi vida.
|
Desde entonces he visto cambios para
lo mejor. En el Movimiento gozo trabajando junto a mis
amigos y vecinos. Me da alegría estar con mi esposa,
y no nos hemos divorciado - vivimos juntos. Aunque no
tengamos suficiente dinero encontramos la manera de
sostenernos.
En lo negativo veo que las violaciones de los derechos de
seres humanos persisten, la falta de oportunidad, el poco
progreso que hacemos.
La política nacional nos afecta mucho, especialmente
cuando se trata sobre derechos de la tierra. Lo que se nos
quitó se le dio a otras familias que todavía
hoy lo tienen. Tómame a mí, por ejemplo - mi
única oportunidad de recibir una educación
formal se perdió con la guerra. Si sólo
pudiera recuperar mi propia tierra, podría pagar una
buena educación para mis hijos.
Nuestra historia no es fácil de olvidar. Somos una
parte de Guatemala, ciudadanos guatemaltecos. Aún
así nuestros derechos fueron violados. Nuestras
familias perdieron sus cosechas, animales y tierra - muchos
perdieron sus vidas. Les cuento a mis hijos todo de lo que
pasó - la persecución por el ejército,
los bombardeos, las detenciones, las masacres de aldeas
enteras. Todavía me duele la forma en que los
militares mataron a gente inocente, gente que no
sabía nada de la Guerrilla. Mataron hasta
niños y mujeres embarazadas. Esta fue una guerra
sucia, un gran crimen contra nosotros.
Lo más importante es reactivar nuestra productividad,
resolver las disputas sobre la tierra. Sin eso, no tengo
muchas esperanzas para mi propia familia ni para mi
comunidad. Nos golpearon demasiado duro. Nos quedamos
pobres, extremamente pobres. Todavía no nos hemos
recuperado.
|